9/8/09

Un soto cualquiera (TBT 2009, 3)

No es el Edén precisamente, pero hemos anillado en sitios mucho peores. Por lo menos, había sombra...
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No siendo en el norte, donde las capirotas aparecen un poco por doquier, nuestras aventuras curruquenses siguen con relativa precisión por el resto de la Península el curso de los ríos, ya de los más grandes (como el Duero o el Tajo), ya de los chicos. Buscamos los ríos porque junto al río medra normalmente el soto, el bosque de chopos, sauces, alisos y tarays en cuyo sotobosque de zarzas medradas anidan las currucas. A modo de ejemplo os traigo aquí una recopilación de imágenes tomadas junto al Guarrizas, en Aldeaquemada (Jaén). Nunca he presumido de ser un buen fotógrafo, pero con todo y con eso las fotos que he hecho en estos quince días me temo que son malas con avaricia...
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El Guarrizas, la verdad, es que bajaba un poco seco... Sin embargo la serie de charcas que quedaban en el cauce pedregoso, a donde bajaban constantemente multitud de aves a beber, eran lugares ideales donde tender sin ninguna dificultad redes bastante productivas.

Además, en las horas centrales del día, cuando apenas hay movimiento de pájaros, resulta muy entretenido investigar qué pulula por el agua. Y entre los miles de zapateros y chinches barquero aparecen de vez en cuando mastodontes como esta rana verde Pelophylax perezi. La verdad es que son ranas de estas grandes las que se ven en este tipo de sitios, porque todos los renacuajos, pececillos y ranas más pequeñas sucumben pronto al montón de depredadores, como ...

... los galápagos leprosos Mauremys leprosa, que no se dejan acercar mucho más que esto (pero de los que tengo mejores fotos, por ejemplo, en el embalse de Santillana)

... las culebras viperinas Natrix maura, de aspecto tan amenazador como inofensivas

... o esta bonita hembra de martín-pescador europeo Alcedo atthis que cogimos en la red de arriba y que, como podéis ver, no estaba de muy buen humor.

Bajo un puente cercano se encontraba el chalet de una parejita de golondrinas dáuricas Hirundo daurica (foto, del año pasado, en Monfragüe) que, con sus dos pollos, revoloteaban despreocupadamente sobre nuestras cabezas, engordando antes de partir hacia el sur.

Ésta sí que fue una sorpresa. Estando quieto mirando los zapateros, de repente una piedra se puso a nadar y a probar a mordiscos las hojas caídas de los árboles que flotaban sobre el agua, comiéndose enteras las que aún estaban verdes. Hacía tiempo que no veía una rata de agua Arvicola sapidus...

A la sombra de los árboles y de las piedras de la orilla se habían congregado miles de moscas, avispas y otros insectos. Entre ellas destacaban sobremanera (cuando conseguías descubrirlas, claro, que se camuflaban a la perfección) unas cuantas enormes novias Catocala nupta (a tamaño natural si ampliáis la foto). Este noctuido, que frecuenta los sotos porque sus orugas se alimentan de hojas de chopo, dispone de un mecanismo de defensa común a otras polillas y a muchos saltamontes, entre otros: Si su camuflaje falla y es descubierto por un ave enseguida echa a volar, resultando entonces muy evidentes sus alas posteriores de color rojo carmesí. De repente deja de huir y se deja caer al suelo como muerta, y el señuelo coloreado que en teoría ha atraído la atracción del depredador deja de existir; el pongamos por caso mirlo se queda entonces buscando como tonto el sabroso insecto rojizo que se ha esfumado ante sus ojos y no advierte el nuevo pedazo de “liquen”. Pero un depredador que no se fía tanto de su vista como de su oído se ha especializado en la captura de estos montones de proteína con alas; y también tuvimos de éstos en las redes...

La foto es mala, pero es la mejor que pude tirar de uno de los dos orejudos grises Plecotus austriacus que se enredaron a última hora en la red que veíais extender a JPT en la segunda foto de esta kilométrica entrada. Mientras que los murciélagos rateros Myotis spp. que frecuentan los mismos ambienten son puro nervio, estos bichos gordos y pachones como un hámster de enormes orejas se mueven con calma entre la vegetación, escudriñando con su sónar cada resquicio del follaje para detectar polillas como la de arriba, que son su presa principal.

A última hora el soto ofrece un espectáculo para mí grandioso, y que compensa todos los calores y penurias pasados durante el día: Con la caída del sol se elevan sobre arbustos y carrizos nubes de insectos, ya mosquitos quironómidos, ya efímeras, enredados en sus danzas nupciales. Y enseguida, comienza la cacería: como en esos documentales en los que bancos enormes de sardinas van siendo diezmados por arriba y por abajo por alcatraces, pingüinos, atunes, tiburones, delfines, focas y ballenas; sobre nuestras cabezas libélulas y murciélagos de toda clase, golondrinas, aviones, vencejos y chotacabras se daban un buen homenaje a costa del bicherío...


Chotacabras como este Caprimulgus europaeus que cogimos en Mave (Palencia)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡¡¡Hola Antón!!! soy María José (la de los murciélagos de biologicas), espero que estés pasando un muy buen verano (por lo que veo muy ocupado). Sólo quería hacer un pequeño apunte (sin intención de ofender),pero los Myotis son ratoneros que no rateros, aunque salgan de noche todavía no les ha dado por atracar a nadie a punta de navaja ;P.
Disfruta mucho de lo que queda de veranito :D

Vero dijo...

Plas plas plas plas plas....
Eso son aplausos, por esta fabulosa entrada.

Antón Pérez dijo...

¡Hey Mª José! Me alegro de verte por aquí :-D ¡Qué fallo lo de los rateros! pero lo dejo, para que las generaciones futuras entiendan de qué va tu comentario... ¡Un beso!

Y sí; ya sabía yo que con tanta foto (qué trabajo me dio, la condenada...) te iba a gustar la entrada :-)